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Opinión

Las personas con discapacidad mayores y la accesibilidad universal tras la covid-19. Retos y oportunidades

Por Álvaro García Bilbao, presidente de la Comisión de envejecimiento activo del CERMI

28/11/2020

Álvaro García Bilbao, presidente de la Comisión de envejecimiento activo del CERMIEstas reflexiones que en modo alguno tienen aspiraciones de exhaustividad, tratan de visibilizar los retos y oportunidades que se plantean desde la perspectiva de las personas mayores (PM) y más concretamente de las personas con discapacidad mayores (PDM), como consecuencia de la situación actual de pandemia y en el marco de la accesibilidad universal, considerada ésta en los ámbitos de la vivienda, urbanismo, buenas prácticas, zonas rurales o las nuevas tecnologías (NNTT).
 
La infección denominada covid-19 ha sido mundialmente desconocida hasta diciembre del año 2019. En nuestro país la fecha del primer caso diagnosticado data del 31 de enero del año 2020, habiendo causado en la actualidad la muerte a más de veintiséis mil PM. 
 
Las características y consecuencias de la pandemia son un proceso dinámico y cambiante. Con demasiada frecuencia plantea nuevos interrogantes y exige respuestas por lo cual, si deseamos hablar de retos y de oportunidades para las PDM, habremos de asumir un considerable grado de incertidumbre, no obstante, en aras a contribuir a su erradicación y paliar los daños que se puedan derivar tanto en el corto como en el medio y largo plazo, se hace necesario su abordaje. 
 
Las PDM constituyen un colectivo de especial riesgo y mal pronóstico en el caso de contraer la covid-19. Son proclives a desarrollar situaciones de gravedad con una mayor probabilidad de muerte y diana en las iniciativas de confinamiento y distanciamiento social para evitar su contagio; en la situación actual se adolece de falta de pruebas científicas concluyentes sobre cuáles son las actuaciones más adecuadas con estos ciudadanos.
 
Partiendo de la enunciación somera de algunos de los problemas causados por la pandemia trataremos de centrar, en el caso de las PM y PDM, los retos y oportunidades en la accesibilidad universal a los cuales es probable se vean abocados y que una visión rápida nos permite recoger en un artículo como el presente.
 
Como se indica en varios estudios el confinamiento de personas con demencia en las habitaciones de sus centros sin tener el contacto habitual con sus familiares, rodeadas en escasos momentos de personal de apoyo enfundados en trajes protectores que dificultan su reconocimiento o en otras ocasiones, en confinamiento domiciliario sin posibilidad de salir o sólo hacerlo en situaciones muy concretas, tiene bastantes consecuencias negativas. 
 
En las PM se pueden manifestar problemas de sueño, insomnio y somnolencia diurna debido a la ausencia o reducción de la actividad física. El abandono de las actividades cotidianas de salir a la compra, pasear con amigos, la asistencia a talleres, asociaciones, actos religiosos, terapias de grupo, estimulación cognitiva, etc., puede conllevar un incremento en su deterioro cognitivo.
 
Las investigaciones extienden sus referencias acerca de que la soledad, particularmente la soledad no deseada (SND), puede dar lugar a una afectación del estado emocional y anímico con aumento de la sintomatología depresiva, estrés, infecciones, tensión arterial, enfermedades cardiovasculares, alimentación inadecuada por abandono personal y, finalmente, riesgo de muerte y suicidio. 
 
La cantidad y la calidad del sueño también pueden verse afectadas en estas personas provocando una mayor fatiga durante el día con los consiguientes riesgos de caídas o sedentarismo. El reto estaría planteado en que estas afectaciones puedan guiar las nuevas medidas de accesibilidad universal que se pongan en práctica, particularmente por las diferentes administraciones.
 

La vivienda

 
Fijándonos en las necesidades a corto plazo, la pandemia ha modificado considerablemente las rutinas y expectativas vitales de la mayoría de los ciudadanos, particularmente de las PDM. La calidad y habitabilidad de la vivienda que se consideraba eran las idóneas hasta la actualidad, han pasado a echar en falta requisitos como la existencia del balcón, antaño bien recibido y que ahora exige, además, no estar cerrado con el fin de paliar en cierta medida, el confinamiento en la vivienda y un contacto más estrecho, aunque en la distancia, con el entorno urbano conocido y más cercano, como elemento socializador y de reequilibrio emocional.
 
Desde la perspectiva de las necesidades de las PDM la covid-19 ha tensionado y puesto en tela de juicio el modelo de vivienda actual que está anclado a la normativa de los años sesenta. Las viviendas han ido respondiendo a las necesidades sociales y culturales de la sociedad del momento, luego en la actualidad y con las exigencias consecuencia de la pandemia deberán replantearse como espacios multifuncionales con la capacidad de adaptarse a las nuevas necesidades.
 
La covid-19 está contribuyendo a repensar la forma de vivir. El retorno de muchas PDM a los hogares ante el riesgo de contagio en sus centros y residencias, la necesidad de un confinamiento y distanciamiento familiar para evitar su contagio nos están llevando a pensar si realmente están preparadas para soportar las nuevas funciones que les estamos exigiendo ante estas situaciones.
 
Dada la falta de polivalencia en las viviendas actuales, el Instituto de Tecnología de Massachusetts en los Estados Unidos, desarrolla en el año 2015 la primera vivienda robótica que permite transformar los espacios, por ejemplo, de dormitorio a salón o a cocina y viceversa, logrando mediante la aplicación de la robótica espacios más eficientes al facilitar un uso variado de los mismos; en la actualidad están trabajando en inteligencia artificial para potenciar la autonomía de las PM. El futuro ha llegado pero la vivienda resulta difícil de cambiar por su mentalidad y normativa.
 

El urbanismo

 
Si la vuelta a la normalidad se llevara a cabo dentro de seis meses, esto representaría casi dieciocho meses de excepcionalidad para el colectivo de PM, lo cual exigirá a la ciudad y su accesibilidad de nuevas soluciones que faciliten ese tránsito particularmente para las PDM cuyo paréntesis en sus rutinas probablemente haya dado lugar a una disminución de las habilidades en el uso de esta.
 
Sería, por ejemplo, el caso de valorar un incremento en los tiempos de duración del cruce para peatones de los semáforos, teniendo en cuenta a las PDM o el ancho de determinadas aceras que faciliten poder guardar la distancia de seguridad a usuarios de silla de ruedas o con bastones.
 
En este punto se trataría de remarcar la necesidad imperiosa, sin olvidar que es una cuestión de derecho, del cumplimiento estricto e innovador de la accesibilidad universal en la ciudad por los beneficios incuestionables que obtienen de su existencia las PDM, particularmente en la situación actual, consecuencia de la pandemia. 
 
Se hace preciso, pues, contribuir al establecimiento de nuevos objetivos y prioridades de la accesibilidad universal en colaboración con las organizaciones más representativas del colectivo y sus familias, primeros afectados por la situación actual y en la que las administraciones tienen un papel ejemplarizante y dinamizador innegable.
 
La dificultad de concentrarse es otro de los efectos colaterales consecuencia del contagio y directamente relacionado con la incertidumbre que puede causar en la deambulación por la ciudad, en particular de aquellos ciudadanos PDM afectados por cualesquiera de las circunstancias anteriormente mencionadas.
 
En este tipo de casos algunas posibles actuaciones de accesibilidad podrían ser el dar lugar a la existencia de redundancia en la información que ofrece la ciudad y la de los sistemas que la sustentan con el fin de lograr un acceso más cómodo y fácil a la misma por parte de las PM que lo precisen, así como un incremento del tiempo de latencia en la presentación de esa información urbana que permita la finalización de su lectura y suficiente margen de tiempo para su comprensión.
 
Un incremento de mobiliario urbano, como es el caso de bancos públicos para poder sentarse y descansar de manera gratuita, facilitaría una accesibilidad urbana más segura al mitigar las situaciones de cansancio anormal que se puedan plantear en nuestros colectivos y consecuencia de la pandemia. Sería una cuestión de ergonomía y calidad evitar aquellos de piedra o metal, duros, por otros más cálidos como es el caso de los de madera. El incremento del nivel lumínico y su rápida reposición en caso de avería sería otro elemento que podría contribuir a facilitar una deambulación más segura de las PDM.  
 
Tener las cosas cerca como la farmacia, el supermercado, el centro de salud, la peluquería, etc., resulta clave en cuanto a facilitar la accesibilidad de las PDM a los servicios de la ciudad especialmente en estas circunstancias. Esto plantea el rescate de un modelo de ciudad de proximidad, facilitador por la cercanía de los servicios y casi periclitado, frente al actual en el que prima la zonificación urbana, práctica que resulta de dividir la ciudad en secciones reservadas para usos específicos, ya sean residenciales, comerciales o industriales y que tiene como propósito encauzar el crecimiento y desarrollo planificado de esta.
 
Cada vez más voces alertan de que tras la covid-19 habrá que hacer frente a otra pandemia, la de la salud mental. Algunos efectos están notándose ya. Sin llegar a los niveles del síndrome de la cabaña, que se caracteriza por una negativa permanente a salir a la calle, muchos ciudadanos dicen sentir que han perdido las ganas de estar en actos colectivos y que relacionarse con otras personas ya no les resulta atractivo. En estas circunstancias resulta vital potenciar la salida a la calle de forma progresiva, volver a retomar rutinas fuera de casa y propiciar el contacto con la gente, amigos y vecinos, particularmente del barrio en el caso de las PM, con el fin de contribuir a restablecer el equilibrio emocional.
 
En este punto podríamos abrirnos a incorporar soluciones como las que constituyen las buenas prácticas derivadas de aquellos programas de actuaciones sociales que promuevan la accesibilidad universal, es decir, medidas que contribuyen a la accesibilidad urbana, aunque no sean propiamente medidas de accesibilidad directa.   
 

Buenas prácticas

 
Con el paso de los años se incrementará el número de PM por lo que estos programas resultan imprescindibles para prevenir situaciones de SND y mitigar muchas de las consecuencias derivadas de la covid-19 al impulsar la creación de redes de apoyo informal en torno a las PM de los barrios, barrios que resultan cada vez menos accesibles y amables con este colectivo. 
 
Cabría pues valorar el desarrollo, potenciación y puesta en marcha de aquellos programas sociales, particularmente por parte de las administraciones locales, que faciliten y promuevan la incorporación de las PDM al uso de la ciudad facilitando su accesibilidad a través de actuaciones sociales que promuevan su seguridad, amigabilidad, cercanía y atractivo, apoyándonos en las relaciones vecinales. Veamos dos ejemplos.
 
En Madrid está en funcionamiento el programa “Grandes vecinos”, cuyo objetivo radica en mejorar la calidad de vida de las PM residentes en el municipio de Madrid a través de la promoción de las relaciones vecinales.
 
La esencia del proyecto es poner en contacto a PM de cada vecindario con vecinos inscritos en el proyecto, con el fin de promover que compartan acciones sencillas y puedan intercambiar favores. Cada PM es puesta en contacto con vecinos que viven cerca de su domicilio, favoreciendo las relaciones de proximidad. Se trata de relaciones informales y flexibles en las que son las PM las que gestionan su tiempo y proponen todo aquello que quieren compartir.
 
Actualmente el programa está presente en los distritos de Retiro, Salamanca, Tetuán, Centro, Chamberí, Chamartín y Arganzuela.
 
Otro ejemplo sería el programa “activa tu barrio” en desarrollo desde el año 2016 en Vitoria. Es un programa colaborativo para mejorar la vida en los barrios, gracias al compromiso de una red de PM, vecindario, asociaciones, entidades y comercios y moviliza recursos ya existentes para favorecer la sociabilidad y crear sinergias que faciliten el envejecimiento activo de las personas más vulnerables para mejorar su bienestar y calidad de vida.
 
Se enmarca en el “proyecto de envejecimiento activo y saludable” de la Red Municipal de Centros Socioculturales de Mayores, del que es una pequeña parte.
 
Está encaminado a que toda la ciudadanía, sea cual sea su situación pueda mantener sus actividades de la vida diaria, pasear por sus calles, acudir a sus lugares significativos y relacionarse con otras personas.
 
El verdadero motor del programa son las PM. No se trata de un programa de voluntariado, ni un programa promovido por las personas más activas de los centros, sino que son las personas a las que se dirige el programa las que se movilizan y movilizan a otros colectivos.
 
La pandemia ha cambiado muchas cosas de nuestra vida cotidiana. Al tener que desplazarse más andando, los ciudadanos se están haciendo un mayor cargo de lo que representa la accesibilidad y movilidad sostenibles, luego pareciera ser el momento apropiado para diseñar, hacer públicas y obtener, por parte de los responsables políticos, las partidas económicas que hagan viables las decisiones necesarias a tomar en cuestión de accesibilidad en el entorno urbano. 
 
El reto lo tendríamos en lograr que los compromisos tanto políticos como económicos de accesibilidad que se adopten, tengan una continuidad en el tiempo más allá del horizonte de la obtención y aplicación de unas posibles vacunas y ayuden a mitigar, de forma progresiva, las enormes carencias de accesibilidad universal y diferencias sociales preexistentes. 
 
Existen todavía demasiadas medidas legales que encaminadas a amparar a los colectivos de PM y PDM resultan, sin embargo, discriminatorias, son inoperantes o, en el mejor de los casos, se han quedado cortas y desfasadas. 
 
La covid-19 ha afectado especialmente a las PDM en su manera de vivir o relacionarse, de llevar a cabo sus actividades de la vida diaria. Un número destacado de publicaciones ya se hacen eco de una modificación en las percepciones y comportamientos sobre los demás que han desembocado en conductas discriminatorias con un aumento del edadismo y gerontofobia en redes sociales y medios de comunicación. Este tipo de conductas hacen referencia a los comportamientos inadecuados y prejuiciosos hacia las personas de edad avanzada, así como de un persistente, anormal e injustificado miedo a la gente mayor.
 
El hecho de que durante los meses de mayor incidencia de la pandemia se excluyese a las PM por el hecho de su edad o discapacidad de su ingreso en las UCI es una prueba de la necesidad, aún pendiente, de una reflexión ética y moral por parte de los políticos y estamentos profesionales que las ampararon, así como de la propia ciudadanía y sus organizaciones sociales.
 

Zonas rurales y la España vaciada: ciudades y pueblos

 
Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es la importancia de las zonas rurales como refugio ante el coronavirus y que ha rescatado la España vacía como recurso de interés y generalmente bien conectado por carretera.
 
Muchas personas han optado por migrar hacia áreas menos pobladas, hacia ciudades y pueblos como una nueva oportunidad de proseguir desde allí con su vida cotidiana lo que conllevará la oportunidad de potenciar su accesibilidad ante la revitalización de estas ciudades rurales por el asentamiento de teletrabajadores y el posible incremento de la actividad comercial básica y de apoyo específico.
 
Las áreas rurales conocen a la perfección sus entornos locales, de proximidad, lo que les ofrece la oportunidad de mejorar su accesibilidad universal ante el necesario incremento de recursos urbanísticos y arquitectónicos previsibles para dar servicio a los nuevos aumentos de población, aprovechando para mejorar la accesibilidad tanto física como digital de sus administraciones, construcción de nuevas viviendas y comercios accesibles, nuevos itinerarios urbanos o actuaciones sobre los existentes todos libres de barreras, mejorar y dotar de recursos a sus servicios sanitarios que los hagan accesibles a la población residente, generalmente bastante envejecida, de pocos recursos económicos, por regla general con mayoría de población femenina y con problemas de movilidad.
 
En este caso el reto sería para las diferentes administraciones implicadas y los colectivos sociales, incorporar el derecho a la accesibilidad universal en los cambios que se vayan a operar evitando perder una oportunidad de mejorar las preexistentes obligaciones de accesibilidad universal.   
 

Las NNTT

 
La sociedad exige cambios y medidas y está dispuesta a asumirlos. Las organizaciones de PM, principalmente de mayores con discapacidad tienen la oportunidad de comenzar a replantearse un trabajo de reflexión, con el apoyo de expertos, sobre la accesibilidad universal de las NNTT y los nuevos escenarios que propondrán ante su previsiblemente amplia y potente implantación en las ciudades. Es de esperar que las NNTT darán un salto cualitativo considerable y pasarán a tener un papel preponderante y transversal en la vida diaria (sanidad, domótica, bancos, compras, administraciones, ocio, relaciones personales, etc.) de todas las personas incluidos los mayores. Convendría reflexionar, con el escenario de fondo de su accesibilidad desde el comienzo de su gestación, acerca de cuáles serán las más adecuadas, empezando por aquellas que en la actualidad ya brindaran facilidades al colectivo sin perder de vista sus retos, nuevas facilidades, debilidades, amenazas y fortalezas que pueden llegar a aportar.
 

En resumen

 
En el obligado cambio de rutinas y expectativas vitales de las PDM debido a la covid-19, la accesibilidad universal juega un papel destacado y se debiera sopesar si hay que esperar de nuevo a que sucedan los problemas y actuar o actuar en origen y evitarlos. 
 
La participación de las PM en la definición y puesta en marcha de las políticas públicas de las entidades locales que garanticen sus derechos en las ciudades que habitan y en las que la accesibilidad universal, debe convertirse en un enfoque necesario y una prioridad constante.
 
La covid-19 exacerba los problemas de salud existentes luego si la accesibilidad universal no existe y se encuentra bien resuelta de acuerdo con las nuevas necesidades del colectivo, este podría encontrar obstáculos para el acceso a la atención sanitaria en igualdad de condiciones y derechos al resto de los ciudadanos.
 
Se debiera estar vigilantes con el fin de evitar que los logros concretos en accesibilidad universal sufran la tentación de disminuir su ritmo de implantación o el abandono del mantenimiento necesario que los hace viables, en aquellos casos en los que la implantación de nuevas tecnologías ofrece una alternativa. Este sería el caso de administraciones o empresas en las cuales con el fin de minimizar costes se comience a primar los servicios a las PDM exclusivamente por Internet evitando o disminuyendo la accesibilidad a sus locales a través de rampas, ascensores y aseos adaptados, etc.
 
Exigir que la recuperación de la actividad, que se prevé para la primavera del año 2021 como consecuencia de la aplicación de las nuevas vacunas, no constituya el final de las políticas y medidas que se puedan adoptar a corto y medio plazo. Desde los colectivos de PDM pedimos se adopten medidas sin fecha de caducidad y se eviten tentaciones de volver a situaciones precedentes de recursos y servicios destinados a estos colectivos, las cuales se ha demostrado eran rayanas en el incumplimiento de los derechos humanos.
 
El predominio de la componente económica en las decisiones políticas no debe oscurecer las brutales carencias que la pandemia ha puesto de manifiesto en diferentes ámbitos sociales y particularmente la imperiosa necesidad del cumplimiento de lo recogido en la legislación española y en la “Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad” sobre accesibilidad universal de las PM y PDM.
 
Conviene no olvidar, aunque aquí sólo se le ha mencionada de pasada, que el sector de la movilidad urbanística – autoridades y operadores de transporte público y proveedores de servicios de movilidad – ha sido el más afectado por la covid-19 después del sanitario y que es un sector al que también le afecta la obligación de cumplir la accesibilidad universal para las PM y PDM.
 
Añadir que las PDM formamos un colectivo de una enorme heterogeneidad y tenemos experiencia y organizaciones comprometidas, como es el CERMI, con un trabajo proactivo acumulado en defender y exigir sus derechos y la obligatoriedad de la accesibilidad universal. La sociedad también cuenta con grandes organizaciones de PM con un marco propio de posible intervención social y política con el cual poder confluir. 
 
Disponemos, además, de la “Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad”, aprobada por España y de obligado cumplimiento, que recoge de forma inequívoca los derechos de los colectivos de personas con discapacidad y mayores a la accesibilidad universal y que sirve de armazón y cobertura jurídica a las reivindicaciones y exigencias de nuestros colectivos. 
 
El camino se perfila largo y complejo pero los retos y oportunidades están a nuestro alcance y el de nuestras organizaciones, con bastantes posibilidades de mejora en derechos y calidad de vida gracias, particularmente, a los enormes avances tecnológicos y de investigación que se están consolidando y haciendo realidad en un escaso margen de tiempo y a la actividad de permanente vigilancia y proactividad de las organizaciones más representativas de nuestros colectivos.
 
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